El sueño del taxista
31.07.2009 | 22.45
Este sábado en el Teatro Agadu, estrena P.P.P. (Pequeña Pieza Psicopática), una divertida comedia sobre cómo puede frustrarse la fantasía de un hombre de vida sencilla.
“Mujer 1: (Prendiendo velas. Sensualmente) ¿Te gustan las velas, Antonio?
Antonio: Bueno, sí, depende...
Mujer 1: (Acercándose) ¿De qué depende? ¿No te parecen románticas?
Mujer 2: (Desde adentro) ¿Una galletita con mayonesa, Antonio?
Antonio: No, gracias...
Mujer 2: (Entra) ¿Estás seguro, Antonio? Mirá que no es mayonesa de
verdad, es esa que parece mayonesa, pero sin huevo... La hacen con soya...
Mirá que es muy rica, le ponen mucho limón... Es muy sanita...
Antonio: No, de verdad, gracias...
Mujer 2: Es que no te puedo ver ahí parado sin ofrecerte nada... ¿Un café?
Antonio: No, me cae mal...
Mujer 2: (Consternada) ¿El café te cae mal? Pero... ¿cómo? El café es tan
digestivo... ¿No te parece digestivo? No puede ser que te caiga mal el café... Yo tomo mucho café siempre, y nunca me cayó mal, al contrario,
después de comer, si no tomo un café, se me revuelve el estómago...
Antonio: Sí, puede ser, pero a mí siempre me ha caído mal...”
Este primer diálogo pertenece a la vida real. Una noche, dos amigas, cuando regresaban en taxi a la casa de una de ellas tuvieron el antojo de cometer una travesura. No fue difícil. Las mujeres lograron interrumpir la monótona madrugada del chofer del taxi (que según atestigua el relato era un tipo apuesto) y lo convencen de entrar a la casa. Difícilmente pudiera el taximetrista resistirse a la tentación de un pequeño recreo en compañía de esas provocadoras criaturas de la noche, que salieron a su encuentro para desmantelar, por un rato, la rutina de sus 12 horas de trabajo.
En realidad, no pasó nada. Las mujeres no sabían a ciencia cierta qué era lo que pretendían del encuentro y al llegar a la casa se pusieron muy nerviosas y la situación no se extendió mucho más allá del diálogo arriba transcripto. La travesura nunca llegó a sus últimas consecuencias.
Sin embargo, la historia si se continuó en la cabeza del dramaturgo uruguayo Federico Roca, amigo de las implicadas en la anécdota. A partir del divertido suceso de las señoras, escribió P.P.P (Pequeña Pieza Psicopática), obra de teatro donde el delirio se apodera de la situación y los personajes femeninos se mueven en un entorno demencial que nunca pierde sus ribetes de humor absurdo. Allí, la vida del taxista corre peligro.
“Cuando leyeron la obra nos morimos de risa. Nos juntamos con un montón de amigos. Yo leí la parte del taxista y ellas mismas (que son actrices) leyeron la parte que le correspondía a cada una” recordó Roca, sobre el día en que le presentó la pieza a sus musas.
La obra será estrenada este sábado en la Sala Blanca Podestá del Teatro Agadu, bajo la dirección de Estela Mieres. Es la primera vez que se presenta en Montevieo, aunque ya ha sido representada por otros elencos en España, Argentina y Florida (Uruguay) con buenos resultados según su autor.
Si nos inmiscuimos en la psicología de sus personajes, es fácil suponer qué es lo que convence al trabajador a aceptar la invitación. Sin embargo, nunca queda muy claro qué es lo que moviliza a las mujeres (en la obra son hermanas) a enredarse en una situación tan confusa. Ante la pregunta, lo primero que Roca atinó a hacer fue reír, luego exclamó: “vaya uno a saber”. De todos modos, se pone un poco más serio e intenta responder desde el convencimiento: “creo que lo que las lleva es esa soledad que tienen y de la cuál no pueden salir. Creo que su drama es que no pueden salir de su manera de vivir las cosas y de sentirlas. Su manera de actuar y su imposibilidad de ver al otro. Ellas solo se ven a ellas mismas” cree.
Es que para él, el texto habla sobre eso. “Es una obra que habla de la soledad y de por qué estamos solos a veces y cómo queremos imponerle al otro un montón de cosas; pautas propias, sin ver las pautas del otro y sin ver también lo que el otro nos quiere imponer. Y cómo eso genera problemas de comunicación. Pero claro, está contado desde un lugar absolutamente humorístico. La obra es cruel si se quiere, pero es muy graciosa. Tiene un humor muy absurdo”; adelantó.
Sin embargo, la directora hace hincapié en otro detalle sobre este tema. Para ella, el componente de demencia de los personajes es fundamental en la puesta en escena. De hecho, consultó a una licenciada en psicología para poder realizar el trabajo de interpretación con las actrices con la mayor cantidad de herramientas posibles. “La primera vez que leí la obra pensé que era muy graciosa, tiene mucho humor negro. Pero al dar una segunda lectura, me di cuenta de que había todo un tema de la locura que yo debía desarrollar, entonces me fui por ese camino” contó.
Ella no fue la única en volcarse por ese camino, en la puesta en escena realizada en Argentina, según comentó Roca, se hizo todo en “caja blanca” retomando la estética de una habitación de hospital psiquiátrico.
Con respecto a la separación que mantiene el autor de la dirección de la obra, Roca fue categórico: “mantengo toda la distancia posible. No veo ensayos. Crecí en eso, en el respeto de la figura del director. Si quieren tocar el texto me parece bárbaro si tiene justificación. Una vez que entrego la obra prefiero no saber, no ver, no enterarme. Voy al estreno y trato de ser público inocente” dijo.
Ficha de la obra:
Estreno: sábado 1º de agosto
Funciones: Sábados 23:30
Lugar: Sala Blanca Podestá del Teatro Agadu (Canelones 1122)
Elenco: Diana Bresque, Libeth Parra y Rafael Valeire
Directora: Estela Mieres
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